Klavierkonzert - Schumann

Ayer, en clase de historia revisábamos cómo es que la economía de Alemania ha ido creciendo y cómo es que su cultura ha cambiado a lo largo de estos 50 años que han pasado. Después de tanto sufrimiento, es un pueblo que lucho por salir de la ignorancia y buscó una solución a las ideologías y formas de pensar de sus familias. Por lo que, surgió de repente en mi vida algo inesperado.

El viernes antes de irme a la secundaria estaba muy agitado por haber soñado con una mujer que vi en uno de los libros de historia, de esos que la SEP nos da. Me espanté y le comenté a mi profesor. Él, me comentó que podría ser que mi inconsciente me trataba de decir algo con esa imagen de esa mujer en mi cabeza y -aunque no entendí- esas palabras me relajaron un poco. Después en uno de mis tantos sueños locos, yo vivía y me encontraba en Alemania. Era un hombre interesante, guapo y con mucha facilidad de palabra, cultura y educación. Raramente estaba ubicado como precisamente suele ser en Wiesbaden, Hesse (Alemania).

Era un lunes a las 7:15, amanecía un día muy soleado mientras veía que una mujer pianista me abrazaba al despertar. En un instante, saltó de la cama para comenzar a tocar el Klavierkonzert de Schumann (lo sabía por que había comenzado a interesarme por el piano y la música clásica hace unos meses). Terminado el acto de amor de sus manos y el piano, nuestros cuerpos se fundían entre sí como un eclipse solar para que la vida no nos separara de nuestra intimidad y, siempre desayunábamos juntos para que el mundo no nos quitara el amor sincero, ese que día a día si uno se descuida se desgasta.

Algo así es la chica que soñé y algo así es como lo que tocaba en mi sueño:

Y todo esto, para escapar de mi realidad. De la realidad pútrida y deprimente de mi México, mi México humillado y ensangrentado. Que me da día a día el aire que necesito para respirar y la comida que necesito para solventar mis necesidades. Este México que cada vez me da más miedo y por lo tanto ya no sé si huir como Paz al extranjero o morir como tantos en la lucha. Este México que huele a sudor de algún señor que viaja por el metro, que se ve como un niño pidiendo limosna los domingos a fuera de alguna de las miles de iglesias que dejo la época colonial. Este México que se oye como los balazos que resuenan en cada esquina de la delegación Iztapalapa en la ciudad de México, en cada carretera de la zona norte de nuestro país, en cada noche que muere un hijo y los padres sueñan con verlo vivo de nuevo.

Pero no, no escapo de mi realidad y hago lo que puedo. Así que, alimento a mis hermanos y cuido de mi madre. Voy a la secundaria y pienso que algún día podré ser presidente de México para cambiar toda la situación actual y que mi país llegue a ser como Alemania o, podría ser un narcotraficante que gané dinero sin complicaciones ni preocupaciones sobre alguna vez perder a mi familia. Al fin y al cabo eso es más fácil y no tendría que seguir la secundaria -que a decir verdad lo único bueno son esas clases de historia.

Así que, aún no sé que es lo que quiero. ¿Qué me recomiendas humilde lector?







Me dije, tendré capacidad para relatar las cosas y dejar de ser un escritorcillo de pacotilla. Sí, si puedo.

Miguel Báez.

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