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Vida

Te reservo un instante sagrado. Conocerás la razón y la verdad, Cierra tus ojos y abre tu corazón. La causa del dolor y el miedo No existe realmente. Sólo eres y al ser, vibras. Por fin sabrás el origen de la dicha, Aquel regalo que sabes llegará. Ayer sirvió para conocer, Hoy para entender Y mañana para seguir andando. Recibe este poder, Siéntelo en cada latir de tu corazón. Las dudas ya se fueron. La certeza y el amor se expandieron Dentro de tu cuerpo. El tiempo ya no tiene sentido, Y jamás fue objeto de valor. Vale más saber y sentir Qué creer y morir. Ahora que lo entiendes Puedo concluir y decir en voz alta: El vacío tampoco es el remedio. Sé, que la creación es el reflejo. Seguir a paso firme Aunque las lágrimas nos acompañen, Es la maravilla de lo que llamamos vida. Reflexión 1.

Daguerrotipo

Regalando momentos Incapaces de borrar, Argumentos indispuestos Líricamente captar. Simbolizas la memoria, Daguerrotipo. Ese afán tuyo de Registrar imagen vívida, Gritar que en olvido Te transformas. Aullar que mis recuerdos Despojas de aquí, Los llevas contigo. Este pequeño poema fue escrito hace dos años, cuando resurgió la poesía dentro de mí y en un grupo de Facebook invitaban a todo el que formara parte a crear algo y compartirlo en forma de agradecimiento. Esto fue lo que salió y me gustó. Muy sencillo pero bonito. Nos leemos. Atentamente, Báez.

El robo.

Fue en la boda de la tía Xóchitl donde lo conocí, yo tenía a penas 9 años. Todo comenzó cuando contaron la historia de los novios, una tradición mazahua: "El novio se robó a la novia para poder casarse con ella". Pensé: "¿y si yo fuera la que se robara a un chico para casarme con él?" Pensé en voz alta, porque un niño moreno, alto y de cabello despeinado con un traje azul, camisa blanca y un moño en el cuello, me dijo: "No serías capaz de robarte a nadie, mensa." Al decir eso, me enfurecí y le dije: "Te voy a robar a ti cabrón". Le dí un puñetazo y al instante cayó al suelo. Me volteó a ver sorprendido y espeté: "Eres muy guapo, ¿me dejas robarte?". No hubiera dicho eso nunca, porque querer casarse con alguien que no sabe jugar piedra, papel o tijera, no ve plaza sésamo, no le gusta comer churritos con salsa, no conoce a timbiriche y mucho menos que no usa petos vaqueros de mezclilla en verano podría ser mi esposo

Quemar las alas

Aún recuerdo la primera vez Que pasamos juntos un verano. El mundo estaba con nosotros Y nos daba todas sus virtudes. Seducidos fácilmente por el destino, Creímos que volar juntos la inmensidad Sería suficiente para atar nuestra dicha Al fulgor de nuevos horizontes. Es cierto, es cuestión de creer Para que las cosas sean posibles. Basta con tener presente aquello Y esperar para que el mundo Nos brinde su néctar divino. No dejes tus sueños Para otro día, rómpete hoy. Mañana no habrá La misma fuerza, la misma alegría. Es tan fácil quemar las alas Cuando vuelas cerca de una pasión, Consumiendo sin advertencia La voluntad, La alegría, La virtud, La vida. Tal vez fue la misma luz de aquel verano La que rompió los puentes del amor La que invadió por completo el alma Incitando a la distancia y Olvidando que la vida es un instante. Instantes hechos palabras. Escrito hace un año. Báez.

Entre mis mares

Bebiste del agua dulce Que caen de mis montañas, Probaste los dulces frutos Que existen en mis bosques. Dejé que te abrieras paso En el oleaje salvaje de mi amor. Surcando, te metiste hasta el fondo Y tocaste el punto máximo de la creación. Sólo una vez abro la puerta Entre mis mares, para que algún Espíritu aventurero nade por mis aguas. Eso mismo fue lo que no supe advertir, Tu incesante búsqueda de sensaciones. La necesidad, te llevó a dejar las maravillas Que con privilegios doy a los mortales. Entre mis mares, no encontraste lo que yo Creía que jamás podría darle a la tierra. De esta forma, pude entender Que la marea cambia a diario. De nosotros depende Verla a pesar del cambio, Tan maravillosa como al principio O dejarla muerta sin sentido. Entre mis mares, también pasa lo mismo. Los peces y delfines nadan sin cesar Sin prever que de un día para otro Algún despiadado vendrá a robarles la magia. Sólo viniste a nadar en mis profundidades Llevándote las perlas de mis ostras, Dejando

Mi árbol predilecto

El rojo en tus labios, Dicen a mis ansias Que existen maneras De arrojarme a la aventura. Saboreando desde adentro, Las pistas seguiré Por cada palabra que oiga De tu suave y exquisito pecho. Y así como pajarillo Que vuela y es libre, Elegiré llegar Al borde de tu cuello Y a la esquina de tus hombros. Para hacer Un nido en tu cabello Y estar lo más cerca De tus pensamientos, Vivir dentro de ellos Y hacer de ti, Mi hogar favorito Para estar en este invierno. A tu naturaleza inhóspita Doy gracias del refugio, A tu espléndido júbilo De incógnita y misterio, A tu capacidad intrínseca De existir y ser vida. Mi árbol predilecto, En todo este bosque circunspecto. Poema escrito entre febrero y abril del 2017. Báez.

La manzana del deseo

En mis tierras Plantamos juntos, Perales y guayabos, Cerezos y papayos. Día y noche Cuidábamos de ellos, Creando un paraíso De nuestras virtudes. Lo que no contaba, Es que existe un árbol Que se caracteriza por Despertar las perversiones, Nuestros más oscuros vicios, El deseo carnal desenfrenado. El arrojo y la insolencia Que experimentamos saboreando De aquel fruto tentador, Hizo a mi lealtad y entereza Un afán efímero y perecedero. La piel se fue acostumbrando A dejarse llevar por los caprichos Insaciables de abarcar más sensaciones. Desviando nuestro amor Al mundo de la insuficiencia, Con tal de sentir por un instante Un estímulo fugaz y sin sentido. Que deja huecos en el alma, Penurias y sinsabores en el cuerpo Y nostalgias reprimidas por el tiempo. Fue la manzana del deseo La que aparto la afinidad De nuestros espíritus conexos. Poema realizado el 30 de enero del 2016 para un concurso de Literatura UNAM que se publicó el 14 de febrero en su Facebook. Muy apegado al desamor. Báez.